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Cuento No 45El estado de la exploración
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Cuento No. 11: ¿Por qué nos pasa lo que nos pasa?

El lenguaje del alma


En el cuento anterior te hablé sobre mi creencia de que el alma tiene mente, voz y lenguaje. Pero ese cuento solo me dio para hablarte de la mente, por lo que decidí abordar la voz y el lenguaje en este cuento y no sé si en otros. Vamos a ver que tal nos va.


El Alma se comunica con nosotros a través de descubrir el mensaje de los acontecimientos que se presentan en nuestra vida, muy especialmente aquellos que encontramos desagradables o contradictorios.


El lenguaje que usa el alma para comunicarse contigo es el de los símbolos y las señales universales, no el lenguaje racional articulado, que es una convención. Por tanto, la clave para escuchar lo que quiere decirnos el alma es entender su lenguaje” (Soler, 2015)




Para mí, las emociones son el instrumento, como a modo de brújula, que usa el Alma para hacernos caer en la cuenta que ese mensaje, revestido de acontecimiento, es importante para nosotros y por tanto debemos prestarle atención y descubrir su “regalo”. Ahora bien, distinguir el regalo en situaciones que nos suscitan emociones “positivas” es muy fácil, casi obvio. Pero descubrir el regalo en situaciones donde la emoción es “negativa” ya es más difícil y por ello en muchas ocasiones varios de nosotros nos quedamos anclados allí en esa emoción negativa desempeñando el papel de víctimas… Y aparece la pregunta ¿Por qué a mí?

Lo que yo he aprendido a lo largo de estos años es que la pregunta correcta, cuando se trata de decodificar un mensaje del Alma, es ¿para qué? Es decir, ¿Qué quiere mi Alma que yo haga/aprenda/integre y/o madure con esto que está sucediendo?


Los mensajes del Alma tienen “tonito”. Lo escribo así porque recuerdo a mi esposo cuando me dice… “No es el mensaje Paulina, es el tonito”. El tono tiene que ver con el grado de intensidad con el que se transmite el mensaje; Y, sí, el alma entonces tiene tonos. Tres tonalidades que nos hacen entender el nivel de urgencia de entender ese mensaje. El primer tono, y más dulce, es lo que yo llamo: la Voz del Alma, es decir, la intuición. Es esa voz interior, esa corazonada, ese impulso, ese presentimiento, ese sueño… que nos indica que hacer, que esperar, que decisión tomar, hacia donde ir y que en ocasiones puede ser contrario a lo que nosotros pensábamos que era; pero incluso también nos puede decir que no hacer, que no esperar, que decisión no tomar y hacia donde no ir. Yo sé que todos los que me leen han experimentado, al menos una vez en su vida, el diálogo de las dos voces. Por ejemplo, cuando nos preguntamos ¿Qué ruta sigo para ir a x lugar? Escuchamos una voz tenue que nos dice, una sola vez, por tal lado; y otra voz que comienza a analizar la distancia, compara con la última vez que te fuiste por ahí, te dice que por otra parte, etc.


Esas dos voces son: la voz del Alma y la voz de la mente. La voz del Alma, la intuición; es suave, no justifica, no compara, no cuestiona. No discute. Simplemente te da la indicación porque ella ya sabe lo que está ocurriendo en la vía y lo que te vas a encontrar. Ella tiene la facultad de ser multidimensional por lo que simplemente sabe lo que está ocurriendo y va a ocurrir y por eso te sugiere lo que funciona mejor para ti. La mente solo sabe del pasado por lo que siempre parte de allí para sugerirte ignorando lo que está pasando en el presente y lo que va a suceder en el futuro.


Ahora bien, afinar “el oído” y la confianza para seguir la voz del Alma es de tiempo y entrenamiento porque, como te dije, ella es suave por lo que quienes están muy centrados en su mente no alcanzan a escucharla. Yo sugiero un ejercicio muy sencillo a mis consultantes para comenzar a sintonizar con esta voz. Se vale con dos preguntas sencillas. 1. ¿Cómo me visto? o 2. ¿Por dónde me voy para tal sitio? Si prestas atención empezarás a ver el juego de las dos voces y cada vez vas afinando más tu “oído” y confianza para seguir a la que verdaderamente sabe. Tu intuición.


El segundo tono, es a lo que Soler nombra como “las llamadas suaves de la vida”. Las llamadas suaves se dan a través del cuerpo emocional, ya que las emociones son las señales más frecuentes que usa el Alma para mostrarnos si estamos alineados con su plan o si por el contrario estamos desalineados yendo por caminos que no nos corresponden. Los llamados empiezan con ciertas sensaciones de incomodidad o comodidad, pero en la medida en la que no prestamos atención a estas sensaciones las emociones van incrementando su tono hasta llegar a aumentar su fuerza y convertirse en estados de ánimo permanentes.


Las emociones pertenecen al campo de lo sutil; son energía en su máxima expresión y cumplen un ciclo: aparecen, se intensifican, llegan al límite, decrecen y desaparecen. Es decir, aparece para mostrarnos la alerta, se intensifica para que hagamos caso, llega al límite cuando le permitimos “salir”, decrece cuando vemos lo que debemos ver y finalmente desaparece. La cuestión es que se nos ha enseñado que sentir es poco profesional, poco racional y, más bien, mal visto. Por lo que normalmente rompemos el ciclo antes de “reclamar el regalo” y esto hace que la emoción no “salga”, se quede en el cuerpo y comience a densificarse. Una emoción por mucho tiempo contenida y alimentada siempre termina desencadenando un tema físico. Lo que en mi traducción con el lenguaje del Alma significa que el Alma se ha cansado tanto de “hablarte”, darte señales suaves que recurre a temas mucho más “complejos” a ver si logras entender.


Y es, en este estadio, donde aparece el tercer tono, “las llamadas intensas de la vida”. Estas llamadas intensas ya son tangibles, es decir, no puedes negar “que te pasa algo” y se manifiestan a través de síntomas, molestias, dolores, enfermedades e incluso accidentes.


Una enfermedad grave es una llamada extrema del alma que está apuntando a una inevitable transformación interior y, como si se tratara de su reflejo al otro lado del espejo, también a un cambio de vida en el exterior” (Soler, 2015)

Las llamadas intensas tienen la capacidad de cambiar diametralmente la vida de quien las recibe, si decide escucharlas y reclamar “el regalo” que traen consigo, claro está.


Pauli y ¿si no? ¿Si no la entiende, si no la escucha, si no reclama el regalo?

Lo que yo he visto es que dependiendo del Alma y su necesidad de llevar a cabo su propósito, ella se queda y persiste y persiste y persiste (solo que puede ser un tema de sufrimiento prolongado en el tiempo bastante difícil) y si al final ve que no se puede, dice “ah no, en esta encarnación no fue” y decide irse, es decir, desencarnar. Tal vez a algunas personas les suene muy duro, pero es lo que yo he visto y he logrado comprender.


Si, si, si… ya lo sé. Estás pensando y me quieres preguntar… pero igual todos vamos a morir, o como tu le dices Pauli, desencarnar. Entonces, ¿es porque todos no hemos cumplido lo que el Alma quiere?

No. Hay muertes muy bellas en las que el Alma decide irse porque siente que ya cumplió su misión de esta vida, y ojo como la escribo. La misión de esta vida, porque podrán haber más misiones para otras vidas. La diferencia radica en el tipo de muerte. El Alma que ya cumplió se va en paz y con poco o cero sufrimiento, la que no cumplió se va intranquila (porque le toca repetir la materia) y, en ocasiones, muy cargada por todo el sufrimiento que padeció ese cuerpo.


Entonces para resumir. El Alma tiene mente (la consciencia), voz (la intuición) y lenguaje (emociones, síntomas, enfermedades, dolores, molestias e incluso accidentes). Todo el tiempo estamos recibiendo los mensajes del Alma, solo que se nos ha enseñado a no escucharlos, ni atenderlos, pero siempre, siempre, siempre están presentes ayudándonos a transitar esta vida de la forma más tranquila y serena posible. Esto no quiere decir que si escuchamos al Alma no vamos a tener retos, “sufrir percances” o atravesar situaciones complejas. Para nada. Los retos, los percances y las situaciones complejas son experiencias que nos ayudan a aprender y madurar cosas que el Alma aun no integra, la diferencia es que si escuchamos al Alma solo viviremos aquello que nos corresponde y lo viviremos de una manera más tranquila, sin tanto drama.


Es increíble, pero nuestra terquedad y sordera muchas veces nos llevan a sufrir de más o a sufrir y padecer cosas que no nos corresponden. Es decir, lo que denominamos libre albedrío es realmente la libertad que tenemos de escoger el camino del Alma o el camino del miedo (del Ego, de la mente).

Entonces ¿Por qué nos pasa lo que nos pasa? Porque así lo quisimos, así lo decidimos y ese fue el camino que escogimos. Mi invitación a través de este cuento es a que conectes con tu Alma, permanezcas atent@ y trates de recoger cada regalo que se te presenta. Ahora, no es fácil y tampoco infalible. Muchas personas me dicen Pauli pero tu siempre dices… “me pasó esto, lloré, sentí la emoción y luego me senté a decodificar la información y comprendí” … y lo pones tan fácil. Pero ¿cómo diablos se descodifica? ¿Cómo saber que te quiere decir un dolor de oído, una rabiecita con la suegra, una lesión en el pie?


En el próximo cuento trataré de dar unos tips generales sobre la forma de decodificar ciertos mensajes, no es todo porque es un contenido muy complejo además porque hay mensajes que son muy tuyos, muy de tus formas. Sin embargo, yo te sugiero que cuando no comprendas el mensaje y se te pase la información, no te frustres, trátate con compasión y simplemente dile a tu Alma que te pones en disposición de escuchar pero que te ayude a entender con claridad. Y tarde o temprano (a veces más tarde de lo que deseamos) vas a entender. Mientras tanto, observas en serenidad y vives lo que debes vivir porque te corresponde.


Te mando mi almazo y deseo mucho que estas líneas te den claridad sobre estos temas de conexión espiritual.


Pauli.


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