CUENTO No. 40: LOS ESTADOS DEL SER Cap. 13 El estado de la muerte
- Paulina Villegas
- 2 jul 2023
- 6 Min. de lectura
Ahora, no te resistas.
Nada dura para siempre, salvo la tierra y el cielo;
Todo se diluye y todo tu dinero no comprará ni un minuto más.
Polvo en el viento.
Todo lo que somos es polvo en el viento.
Polvo en el viento – Kansas
La muerte, una palabra muy dura. Para algunos la palabra impronunciable y para otros la palabra que mayor miedo les produce. Y si, este sendero corresponde al Arcano del tarot número XIII, que algunos llaman sin nombre, otros la transformación, otros muerte y renacimiento. Y ¿Por qué no use una de esas otras palabras para nombrarlo y me incline por esta tan diciente y poco deseada en nuestro entorno? Porque quiero apoyar en la desmitificación de la palabrita y ayudar a que nos amiguemos a ella.
Hace algunos años tuve la oportunidad de liderar una misión tecnológica a México, un hermoso país. En ese viaje, por donde quiera que iba veía catrinas y me horrorizaba. Literalmente decía… yo no entiendo esto, pareciera ser un culto a la muerte, y me alejaba sin apreciar la belleza. Regresé a Colombia sin catrina, por supuesto, y la cosa se quedó así. Luego, y como parte de este proceso de crecimiento y aprendizaje, comprendí lo que significan las catrinas en la cultura mexicana y la belleza de abrazar y comprender la muerte como un estado por el que todos pasamos varias veces en la vida humana y después de ella. De hecho, tengo mi propia catrina mexicana y la cuido como un tesoro.
La muerte es un estado natural por el que debemos pasar una y muchas veces, porque es un estado que permite hacer el corte entre lo que fue y ya no debe ir más, y aquello que llega. Visto así podemos comprender que en nuestra vida hemos pasado por diferentes muertes. Han muerto relaciones, han muerto versiones de nosotros, han muerto células, neuronas. Han muerto experiencias y, por supuesto, etapas. Hemos muerto tantas veces y aún seguimos temiéndole al proceso.
Claro, algunos dirán… No es lo mismo cerrar un ciclo que morir físicamente. Yo creo que el miedo a morir físicamente es el miedo inherente de NO SER. Para todos nosotros es súper importante SER. Es por ello que algunos estudian carreras universitarias, para SER… Abogado, ingeniero, arquitecto. Algunos quieren tener familia, para SER… padres. Otros desean una empresa para SER… empresarios y otros, totalmente opuestos, no quieren empresas ni trabajos con horarios porque quieren SER… libres. Todos, absolutamente todos estamos constantemente buscando SER. La cosa aquí es que se nos ha vendido tanto esa cuestión que solo SOMOS, si tenemos, compramos, estudiamos, hacemos. Nos han dicho que no basta con existir para SER, siempre debemos ir afuera y depender de otro (el sistema, los amigos, la familia, la escuela, etc) para realmente SER. Es por ello que, si morimos, dejamos de SER y eso no nos gusta para nada.
Ahora bien, si vemos y vivimos la vida de forma materialista, es decir, donde lo único importante y “real” es la materia, este sentimiento de miedo, casi pánico, es real. Porque la materia es finita y tiene carácter transitorio. La materia sólo puede existir por un tiempo prudencial, porque su evolución depende de su desintegración total en un momento del tiempo. Pero, si estas aquí, si me sigues y me vienes leyendo desde hace algún tiempo, sabrás que yo no soy de concepción materialista. Mi filosofía de vida es espiritual, y de hecho estos cuentos hablan de los estados del SER. Eso que yo llamo Alma, Esencia o Espíritu.
Es por ello que, desde mi óptica, este estado del SER es un estado fundamental en todo nuestro proceso de evolución, trascendencia y transformación. Como dice Howard Falco en su libro YO SOY:
La gran ironía es que descubrirás que no estás destinado a morir en última instancia, sino a vivir la experiencia infinita de la evolución creativa de la vida.
Nosotros, simplemente, no podemos no ser. Somos desde antes de nacer y mucho después de morir, porque la primera intención de la vida siempre es la de seguir existiendo y nuestra Alma es una parte de la vida misma.
Mira algo interesante. Antes te comenté que los caminos del ser eran 22 y este es el número 13. ¿No te parece extraño? Está casi en la mitad y si fuera el final debería estar de último. Pues no, está en la mitad, contándonos la historia de que toda muerte es un nacimiento. La muerte es la puerta que abre algo nuevo para dejar atrás algo viejo. Solo es eso, una puerta por la que todos vamos a atravesar y, de hecho, ya hemos atravesado.
Este sendero, cuando es transitado en una o varias encarnaciones es un sendero que nos invita a confiar en que los procesos de la evolución funcionan, especialmente cuando nadie nos ha explicado que primero las cosas son “deformes” y luego “formadas”. Este nivel de desconocimiento o inconsciencia nos ha llevado a intentar cambiar mediante nuestra voluntad los procesos naturales, provocando en nosotros una postura rígida y tozuda. La invitación que nos hace este estado es a comprender que no se pueden cambiar “Las Leyes Originales”: las Reglas del Juego están establecidas desde el principio y el transcurso de este proceso cósmico se seguirá produciendo, lo aceptemos o no. La muerte no existe, los cambios sí; y es la falta de comprensión de este hecho lo que se traduce en miedo a la muerte, que a su vez es lo que termina alterando el orden natural. El mayor error que tenemos, y nos conduce a transitar e integrar este sendero, es creer que la perfección es un objetivo a alcanzar, porque la verdadera perfección es la Aceptación incondicional, el Gran Sí a lo que Es, sin querer alterar nada por nuestro capricho. Tomado de (Villarubia, Haut, & Millera, 2003)
Aquellos que tienen este sendero bien aspectado en su Plan del Alma serán personas destacadas por su perseverancia y paciencia para lo que no se entiende, y confianza para entender que todo está bien. Estas son Almas que vienen a terminar tareas, o “la gran tarea” de entender que el Universo sigue en expansión por lo que el final de las cosas es imprescindible; pero pese a ello lo harán a través de un gran acto de fe, en el que su constancia y su perseverancia los llevarán a ver el resultado final de las cosas, sabiendo que este final consiste en comprender que no se debe forzar ni anticipar.
Por su parte un mal aspecto en este sendero en el Plan del Alma nos habla de la necesidad de trabajar muy fuertemente el perdón que debe ser, ante todo, para sí mismo. Ese perdón debe ser un acto de vida, luminoso y de carácter sagrado, a la vez activo y a la vez pasivo. Pide transformarnos y cerrar ciclos para dar lugar a nuevas oportunidades y procesos, madurando e integrando la individualidad con el área emocional en las relaciones personales. Sus bloqueos a nivel energético nos muestran autocrítica, odio, ira. Represión de las emociones. Exceso de aguante. Culpabilidad. Tendencia a robo y asesinato. A nivel físico Artrosis, problemas en zona lumbar. Cadera y rodilla derechas. Riñón derecho; y a nivel emocional dificultad y miedo de soltar, de dejarse ir, de percibir lo que se debe dejar atrás. Miedo a la muerte. Dificultad para comprender su significado. Tendencia a retener.
No se si recuerdas, pero venimos del estado de la perspectiva donde se nos invitaba a parar y mirar las cosas desde otra óptica. Cuando comenzamos a ver la vida desde diferentes aristas, experimentamos una transformación profunda, que es la invitación que nos hace este sendero. Esa transformación que nos ayude a dejar de identificarnos con lo finito, con la forma, con la superficie, para conectar con lo infinito, lo permanente, lo profundo. El ser, la esencia. Estoy segura que atravesar este sendero no es fácil, de hecho, es muy duro. Nos lleva a una gran revolución interior con un movimiento energético fuertísimo que nos pide darle muerte a todo aquello que ya no nos representa.
Si, efectivamente. Es esa sensación de duelo que sentimos cuando se acaba un trabajo, una relación de pareja, cuando se muere un ser querido, cuando tenemos una quiebra económica. Literalmente cuando se nos mueve el piso y sentimos que ya no somos lo que creíamos ser. Esa hija, esa esposa, esa empresaria, esa profesional… Cuando se nos quita el título y nos quedamos sin rol para interpretar, sentimos literalmente que estamos muriendo. Pero si conocemos nuestro Plan del Alma sabremos que no es el fin, es un inicio. Sabemos que estamos transformándonos para algo nuevo. Que es momento de cerrar ese ciclo porque en el nuevo camino no nos aportará mucho. Ya cumplió su cometido. Y con este conocimiento, sin dejar de doler por supuesto, transitamos el proceso con más confianza y más serenidad porque sabemos que, aunque duele mudar de piel, el dolor no es para siempre y mañana estaremos listos para una nueva aventura. En esta o en otra vida.

Para terminar, te quiero dejar con un verso de Howart Falco que me parece que cierra de una forma bellísima lo que este sendero representa.
“Eres una esencia infinita contenida en una expresión finita, destinada a experimentar la verdad en todas sus formas. Continuamente impelida a un sentido incansable de movimiento, obligada a evolucionar por los vientos del cambio infinito”
YO SOY
Pauli
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